Dolce & Gabbana en Nápoles

Anoche, las leyendas e historias que envuelven a la ciudad de Nápoles (Italia) quedaron en un segundo plano. Durante el ocaso, la propuesta de Alta Moda de otoño-invierno 2016/2017 del dúo formado por Domenico Dolce y Stefano Gabbana fue presentada en la plaza frente a la iglesia de San Gregorio Armeno (Chiesa di San Gregorio Armeno). Y se hizo la fiesta (¡y qué fiesta!). Los asistentes, tras acomodarse en sillas recubiertas con terciopelo, se dejaron llevar por los acordes de la tuna Funiculì, funiculà (Luigi Denza, 1880) que interpretó una banda de música sobre la pasarela donde, a continuación, desfilaron ricos tejidos y joyas que pedían a gritos unos planos cortos. Después de Portofino (2015), Capri (2014), Milán (2013)… Nápoles ha recogido el testigo de la propuesta bianual de Alta Moda, sustentada en esta ocasión por tres pilares fundamentales:

1. La eterna Sofía Loren

Con 81 años, la icónica actriz, no solo ha sido la invitada especial en este evento exclusivo, sino que ha sido fuente de inspiración para el dúo de diseñadores. Su trabajo frente a las cámaras ya ha servido en multitud de ocasiones como referencia en sus trabajos. Pero anoche, más que nunca, se dio a conocer su influencia en el maquillaje, en las siluetas de las prendas y en el carácter de las modelos.

2. Italia como recurso renovable

La propuesta para la próxima temporada recicla una variedad de temas italianos, desde la religión al fútbol. ¿Algún ejemplo? Las capas episcopales con joyas incrustadas –como la que lució la modelo Yumi Lambert– y la camiseta que emula a las del equipo S.S.C. Napoli y que, de nuevo, hace referecia a su musa Sofía al llevar su nombre bordado.

3. Fusión pasado-presente

Aunque los diseños de Dolce & Gabbana poseen claras referencias históricas, son prendas extraordinariamente actuales. Su habilidad para combinar estampados y siluetas es sin duda una de las claves de su éxito, ya que ofrecen 1.001 posibilidades para adaptar las prendas tanto a las alfombras rojas como a la calle.

Fuente: vogue.es